El PSC ha encontrado, parece, su tabla de salvación en
Miquel Iceta Llorens, de 53 años, un histórico del partido con más de 30 años
de militancia. De Miquel Iceta podemos decir que lo ha sido todo en el PSC,
menos presidente y primer secretario, pero ha sido un hombre eficaz en la
cocina de todos los liderazgos del partido: con Raimon Obiols, Narcís Serra,
Pasqual Maragall y José Montilla. Pere Navarro no contó con él al principio,
pero lo recuperó más adelante.
Iceta
no es un líder propiamente dicho, y por lo tanto su doble decisión parece muy
acertada: liderar el partido hasta el congreso de final del 2015 y no
presentarse como candidato a las elecciones de la Generalitat. Ha venido como
tabla de salvación de un partido en pleno naufragio, tras la renuncia de la
alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, Nuria Parlon, que representaba la renovación.
Otros alcaldes del PSC han preferido declkinar la responsabilidad del partido
en este momento.
Miquel Iceta es un hábil
parlamentario, astuto, conoce bien el tablero en que juega, tanto en Catalunya
como en Madrid. Conoce mucho los mimbres del partido, cómo se han hecho las
listas electorales, quién las ha hecho, conoce las virtudes y pecados de todos
en el PSC, además que de los otros partidos, dado que ha sido el muñidor de
muchos pactos parlamentarios y de gobierno con todos ellos, a excepción del PP
y Ciutadans. Porque tal vez la cualidad más importante de Miquel Iceta es su
sentido del pacto y tender puentes allí donde no los haya, no solamente en
Catalunya, sino también en Madrid.
Iceta
tiene una experiencia del Madrid político en cuyo terreno solo le gana Duran
Lleida. Fue “fontanero”, hombre de confianza, de Narcís Serra en la
vicepresidencia del Gobierno desde donde tendió puentes y tramó encrucijadas
con muchos, y también fue uno de los hombres importantes de Josep Borrell,
cuando este ganó las primarias en el PSOE frente a Almunia. Fueron meses
amargos porque Borrell –que obtuvo el 54 por ciento de votos en el PSOE, y el 82 por ciento en el PSC, gracias a
Montilla, Zaragoza e Iceta—no pudo gobernar el PSOE porque el “aparato” se le
enfrentó y tuvo que retirarse. Por eso
conoce también muchas virtudes y pecados en el PSOE donde hoy es miembro de su
Comité Federal.
Iceta
lo ha sido todo: miembro de la Comissió Executiva del PSC desde hace 30 años,
vicesecretario general del PSC, diputado en Madrid y en el Parlament, portavoz
del Grupo Parlamentario (con Maragall), portavoz del partido, “fontanero” en la
Moncloa, negociador de un sinfín de acuerdos parlamentarios y políticos, y un
largo etcétera. Lo que no es Iceta es un líder político, un número uno, aunque
sea un buenísimo número dos.
¿Va a
resolver Miquel Iceta los problemas dentro del PSC? Él ya lo ha dicho: ocupará
la primera secretaría del partido hasta el próximo Congreso, quiere decir que
él apuntalará al máximo el partido ante las elecciones municipales de la
primavera del 2015 y las generales a finales del mismo año. Por lo tanto, no va
a trazar nuevas líneas estratégicas del partido, como pasarse al “dret a
decidir”, pues esto deberá resolverlo un Congreso. Así lo ha asegurado. Para
los independentistas que esperaban que el PSC cambiara de bando y se pasara al soberanismo, lo tienen
crudo. La misión de Iceta es pactar, que es lo que sabe hacer mejor, pactar
dentro del partido y fuera del partido con el soberanismo.
En
conclusión, Miquel Iceta no es tal vez el cambio que necesita el PSC, pero
tampoco un remiendo, sino que es su tabla de salvación para marcar un rumbo que
le lleve lo más indemne posible a las elecciones municipales y a las generales.
En estos momentos de zozobra hacen falta hombres experimentados. ¿Y después del
2015? Después se verá, según por dónde circulen los vientos del PSOE y los de
Catalunya con el atasco del “dret a decidir”. Miquel Iceta es un hombre
correcto con las instituciones y las reglas del juego democrático: siendo
republicano apoya a Felipe VI. Tal vez también puede ayudar a trazar un puente
entre Madrid y Barcelona, ahora que Artur Mas apela al futuro Rey para saldar a
su favor la celebración de la consulta soberanista.
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